Todo comenzó como suele ocurrir en Italia: con una comida deliciosa, un grupo de amigos, un par de copas de vino y una animada conversación. Y, por supuesto, con rivalidad. En los países mediterráneos, superar al otro es uno de los principales motores. Así surgió el Giro de Italia. Camillo Costamagna, Armando Cougnet y Tullio Morgagni, vinculados a La Gazzetta dello Sport, idearon una carrera por Italia al estilo de la ya famosa en Francia, superando así a Il Corriere, que también tenía planes similares.
El primer maillot rosa
La primera edición tuvo lugar en 1909, con la salida desde Milán, específicamente desde la sede del periódico en la Plaza Loreto. Participaron 127 corredores. El vencedor fue Luigi Ganna, quien no fue el más rápido en completar el recorrido, ya que en aquel entonces se valoraba mediante un sistema de puntuación en lugar de con cronómetros. Este sistema se mantuvo hasta 1914, justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, que suspendió la carrera hasta después del conflicto. En 1912, la carrera se disputó por equipos de cuatro corredores. En los años 20, Alfredo Binda dominó la competición, ganando en cinco ocasiones y convirtiéndo así en el primer gran dominador de la carrera. En medio de su reinado, Armando Cougnet, al observar que en el Tour de Francia se entregaba un maillot amarillo al líder de la carrera por el color de la publicación que patrocinaba la carrera, decidió adoptar una práctica similar. Desde entonces, el líder de la clasificación general del Giro de Italia viste un maillot rosa, en honor al color de las páginas de La Gazzetta.
Las primera rivalidades
Mientras Europa volvía a sumergirse en un ambiente bélico asfixiante, en el Giro se estaba fraguando una de las rivalidades más legendarias del ciclismo: Gino Bartali contra Fausto Coppi. Coppi contra Bartali. Inicialmente, Coppi era el gregario de Bartali, hasta que en su primera participación en el Giro, el director del equipo ciclista de ambos reconoció su potencial y le otorgó mayor protagonismo. El joven ciclista respondió con creces al ganar la vuelta italiana a los 20 años, 8 meses y 25 días, convirtiéndose así en el más joven en lograrlo en la historia, un récord que aún permanece imbatido. La Segunda Guerra Mundial interrumpió nuevamente la competición, pero la rivalidad entre ellos persiste después del conflicto. Bartali ganó tres ediciones, mientras que Coppi sumó cinco, igualando así a Binda. A estos dos grandes se les unió años después Eddy Merckx, conocido como el «Caníbal», quien dominó la carrera a finales de los años sesenta y principios de los setenta. Hasta el momento, nadie ha sido capaz de igualar las cinco victorias logradas por estos tres colosos del ciclismo, y parece que por ahora nadie está cerca de hacerlo.
El Giro de Italia es el Mortirolo, el Stelvio, el Zoncolan, el Blockhaus o el Gavia. Unas ascensiones que han cambiado el transcurso de la carrera. En ellos se hicieron eternos personajes como Merckx, Pantani o Coppi. Cada kilómetro de subida les hacía inolvidables. Cada golpe de riñón les catapultaba a la eternidad. A pesar de haber fallecido hace años, cada primavera el ciclismo se acuerda de ellos. Cada primavera, el mundo mira a Italia, al Giro.
El protagonismo español
El Giro de Italia, como es natural, ha sido históricamente dominado por ciclistas italianos. De las 99 ediciones anteriores, los italianos han triunfado en 69 ocasiones, acumulando un impresionante récord de 204 podios y 1253 victorias. Estas cifras son insuperables para cualquier otro país. A pesar de ello, España siempre ha destacado en el escenario del Giro, mostrando un rendimiento notable en esta prestigiosa competición.
Induráin, el mejor ciclista español de todos los tiempos, dejó también su huella imborrable en el Giro de Italia. Tras conquistar cinco Tours de Francia, decidió probar suerte en tierras italianas. En su primera incursión, se apoderó de la maglia rosa en la tercera etapa y no la soltaría, dominando también en las dos contrarrelojes. Su victoria fue contundente, dejando atrás a rivales como Chiappucci y Chioccioli, a quienes aventajó en más de 5 y 7 minutos respectivamente. En su segundo Giro, la victoria fue más ajustada, superando al letón Piotr Ugrumov por apenas 58 segundos, gracias a su desempeño en las contrarrelojes. Induráin intentó nuevamente en 1994, pero esta vez quedó tercero, despidiéndose para siempre de la carrera italiana.
En 2008, Contador se vio privado de competir en el Tour debido a la exclusión del equipo Astana, optando en su lugar por el Giro, donde triunfó con un margen de casi dos minutos sobre Riccó. En 2011, regresó a Italia y dominó la carrera, ganando dos etapas, el maillot de puntos y la general por más de seis minutos sobre el fallecido Michele Scarponi. Sin embargo, este triunfo fue posteriormente anulado por la UCI, que lo consideró dopaje por una infracción en 2010 por la que debería haber sido sancionado en 2011. En 2015, volvió a intentarlo y ganó nuevamente, tras una dura batalla con el equipo Astana de Nibali y Landa. Su actuación memorable en el Mortirolo, donde comenzó con retraso debido a una avería y terminó con la bicicleta de Iván Basso, lo llevó a superar a todos, aunque finalmente Landa se llevó la etapa en Áprica.
Sin embargo, el primer español en subir al podio del Giro fue Antonio Suárez en 1961, al alcanzar la tercera posición. Suárez dejó su marca en la historia con este podio, además de su victoria en la Vuelta a España en 1959. El logro de este ciclista madrileño marcó el inicio de las 19 ocasiones en que España ha ocupado un lugar en el podio del Giro. Esto convierte a España en el segundo país con más podios en la historia de la carrera, después de Italia. El más reciente de estos podios fue alcanzado por Alejandro Valverde en la edición anterior.
Otro de los ciclistas que brilló en el Giro fue el asturiano José Manuel Fuente. Conocido como «El Tarangu», logró dos victorias en la Vuelta a España y se destacó como un aguerrido competidor en la época dorada del ciclismo. A pesar de ser contemporáneo de Eddy Merckx, le resultaba difícil competir por la clasificación general. Sin embargo, como escalador excepcional, acumuló 9 triunfos de etapa en el Giro y obtuvo el segundo puesto en 1972, justo detrás del belga. Además, se llevó a casa cuatro veces el maillot de la montaña (en 1971, 1972, 1973 y 1974), demostrando su dominio en los terrenos más escarpados de la carrera.
Mención especial merece Miguel Poblet i Orriols, el primer clasicómano español. A menudo olvidado por muchos aficionados, nació el 18 de marzo de 1928, en el seno de una familia con una tienda de bicicletas, donde su pasión por el ciclismo comenzó a florecer. Con tan solo 16 años, se hizo profesional y destacó en las carreras regionales.
En 1955, dio un gran salto al correr por primera vez el Tour de Francia. Ganó la primera etapa, convirtiéndose así en el primer español en vestir el maillot amarillo, y también se alzó con la última etapa en París.
Al año siguiente, en 1956, se convirtió en una verdadera estrella. Participó en el Giro de Italia, logrando cuatro etapas, y sumó otra victoria en el Tour de Francia, así como tres en la Vuelta a España. Esta hazaña lo convirtió en el primer ciclista en la historia en ganar etapas en las tres Grandes Vueltas en el mismo año. Solo Pierino Baffi y Alessandro Petacchi han logrado una gesta similar hasta la fecha.